Ofelia:
Cantad aquello de "Abajo, abajito" o la que decía "Lla-
madle que está abajo", oh, cuán acompasada va la letra...
Robó un falso mayoral a la hija del patrón.
Laertes:
No le falta sentido a esa canción.
Ofelia:
Traigo romero para los recuerdos. ¡Recuerda, mi amor,
recuerda! También traigo pensamientos para lo que
piensas.
Laertes:
Lección es ésta de locura: pensamientos y recuerdos que
entrelazan.
Ofelia:
Aquí os traigo hinojos. Y para vos aguileños tengo,
que también son para mí: podríamos llamarla hierba de la
dominical gracia...¡Oh, esa ruda!tenéis que llevarla de
modo distinto al mío...¡Mirad! ¡Una margarita! ¿que-
réis violetas? ¡Ay de mi! ¡Se marchitaron todas cuando
murió mi padre...Dicen que tuvo muy buena muerte.
Mi pe-que-ño Robin es to-da mi a-le-gría...
Laertes.
Pensamientos y aflicciones, la pasión y el mismo infierno:
a todo otorga ella la gracia de su dulzura.
Ofelia:
No, ya no volverá, no
nunca volverá;
no, que está muerto, no;
acaba con tu vida ya,
que él nunca volverá.
Su barba era de nieve,
y sus cabellos, de lino.
Se ha ido, se fue, se ha ido.
Dejemos de llorar.
Dios mío, de él ten piedad.
Y de las almas cristianas todas, Dios mío, ten piedad. Adiós.
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